Sepultada en una profunda gruta de Lebeña, en Liébana, dicen que hay una reina mora de gran hermosura. Está llorando por un cruel encantamiento, convertida para siempre en estatua de piedra sobre la que resbalan sus lágrimas. A la media noche, recobra su aspecto natural y recorre las salas subterráneas entre suspiros y sollozos llamando a aquellos compañeros muertos en la batalla de Covadonga y a los que huyendo de la derrota hallaron su sepulcro en esta sima.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario